jueves, 31 de marzo de 2016

UNA REFLEXIÓN DESDE LA NEUROCIENCIA

Una muy interesante entrevista al neurocientífico y neurólogo Mariano Sigman en "El confidencial", enfoca durante unos momentos el tema en los avances que la neurociencia puede aportar a la educación. EstA es su respuesta. Para reflexionar.

Mariano Sigman

PREGUNTA: La neurociencia aplicada a la educación ha sido uno de sus grandes temas de estudio. ¿En qué podría ayudar a mejorar nuestros sistemas educativos? Como dices en el libro, la escuela es quizás el experimento colectivo más vasto de la historia de la humanidad y llevamos mucho tiempo conociendo muchas cosas sobre el aprendizaje. Pese a esto, el método pedagógico sigue siendo prácticamente igual que hace dos siglos, y los pocos cambios que hay son casi siempre más ideológicos o políticos que científicos.

RESPUESTA: Eso último es lo más grave de todo. Yo me siento una persona en general progresista, innovadora, emprendedora, no soy alguien conservador en la vida, de ninguna manera, y sin embargo entiendo que distintos dominios deben tener distinto grado de innovación. Y la escuela para mí tiene que ser más conservadora que otros dominios. Si bien yo te dije que la escuela ha avanzado menos que otros dominios, hay una buena razón para que así sea, y es que es un ámbito en el que hay que experimentar con mucho cuidado, pues si alguien hace algo y lo hace mal… 

Los cambios en la educación deberían ser menos ideológicos y menos “a mí me parece que”. Imagínate que tienes que construir un puente, no dices “a mí me parece que debía ser así”; tienes que hacer un cálculo y utilizar la historia de 500 personas que han construido puentes. La educación hay que cambiarla sin basarse en ideas de iluminados que creen que tienen una teoría mejor que las anteriores, sino utilizando el conocimiento acumulado, la observación de los datos, aprendiendo de los errores históricos que hemos cometido, introduciendo novedades y probándolas de forma dosificada… Ese es el camino de la ciencia, del conocimiento, que ha sido tan efectivo en muchos dominios, pero ha sido mucho más reticente de ser aplicado en la educación.

Muchas veces hay ideas en el aprendizaje que son muy seductoras porque uno querría que fuesen así. Pero no funcionan. Y eso es algo interesante cuando uno estudia el pensamiento humano. Uno no tiene una idea de cómo quiere que sean las rocas, son como son, más o menos duras, pero con el ser humano, al estudiarlo, uno encuentra cosas que no son como querría que fuesen. A veces somos más egoístas de lo que queremos ser, a veces somos más racistas de lo que queremos ser, a veces somos menos flexibles de lo que queremos ser… En ocasiones, como científico, uno es portador de malas noticias y cuenta cosas sobre lo que somos que no siempre son lo que el receptor querría escuchar. Esto para mí es tremendamente importante en el ámbito educativo.

Te pongo un ejemplo sobre cómo aprender a leer. Podemos discutir sobre nuestras ideas o podemos observar la evidencia acumulada. Cuando observas esta, ves que, entre los dos métodos canónicos, aquel en el que se aprenden primero las letras y luego a componerlas es en general y por mayoría abrumadora mucho más efectivo que el método contrario, que es aprender las palabras enteras y asociarlas a imágenes y descifrarlas. Pero ese segundo método, que es mucho menos efectivo, se llama método holístico, y como la palabra holístico 'marketinea' muy bien, a la gente le gusta que su hijo aprenda con ese método. Tiene mucha prensa no porque sea bueno, sino porque resulta atractivo. Esto no es un chiste. Toda una generación de gente puso a sus niños a aprender con un método que funcionaba mucho peor. El costo de equivocarse en educación es muy alto.

Es importante decir una cosa. Hay que entender que la neurociencia no puede responder ni mucho menos todos los problemas de la escuela. La educación tiene problemas sociales, gremiales, de los maestros, que nada tienen que ver con la neurociencia y son fundamentales. No pienso que seamos un grupo de gurús que vengan a resolver la educación, lo que sí pienso es que nosotros mismos como neurocientíficos tenemos que preguntarnos qué hemos hecho y en qué podemos ayudar. Si como comunidad no no nos preguntamos si toda nuestra investigación sirve o no sirve para mejorar en algo el colegio, es que nos estamos equivocando.